New kids on the block
junio 18, 2009
Ví por primera vez a Maori Pérez (1986) en la librería Metales Pesados. Hace dos o tres meses. Quedamos de juntarnos ahí para que me pasara un ejemplar de Mutación y Registro, su volumen de cuentos hoy inencontrable. Llegó atrasado. Estaba listo para fumar: llevaba en una mano un cigarrillo y un encededor. No estoy seguro, pero creo que en su polera blanca había una mancha. Me pasó el libro y dio media vuelta. Mi intención era conversar algo, saber quién era, pero apenas duró otro minuto frente a mi. Parecía un adolescente tímido y ligeramente salvaje. Fue una impresión pasajera. Hoy tengo otra. Pero me gustó esa primera imagen. Especialmente porque me habían dicho que era un escritor increíble. Prácticamente un genio. Y un genio salvaje viene mejor. Algo parecido me pasó con Felipe Becerra (1985). Antes de leer su novela, Bagual (Ed. Zignos, 2008), al menos cuatro personas a quienes respeto me dijeron que era algo especial. Superior. Cuando me encontré con él, pese a que ya lo había leído y ya tenía mi opinión, no pude dejar de pensar que ese flaco esquivo fuera el autor de una de las novelas chilenas que me han recomendado con mayor intensidad en los últimos meses. Por lo demás, Maori y Felipe son muy jóvenes. Era mejor: unos cabros chicos desconocidos eran las promesas de la literatura chilena. Los salvadores eran un secreto.
No es tan así, por supuesto. No sólo porque la literatura chilena sea insalvable, también porque todavía está por verse qué pasará con Maori y Felipe. Aún no estoy seguro si alguno de ellos es brillante. Es así: Diagonales (Ed. Cuarto Propio, 2009), la primera novela de Maori Pérez, tiene un par de momentos insufribles. Para entenderlos o aceptarlos, es necesario leer todo el libro. A la larga, vale la pena terminarlo. En parte porque en las últimas páginas hay una tristeza misteriosa, un crepúsculo trágico y raramente esperanzador, pero también porque Diagonales es la puesta en escena de un mundo sobre estimulado, fracturado, herido y radicalmente actual. Pérez demora y demora el arribo de la trama hasta su centro, tanto que nunca llega. Olvídense de protagonistas. ¿De qué se trata Diagonales? De un viaje en metro, de un suicida, de una película, de un artículo en una revista, de un taxista, del fin del mundo, de la literatura… O no, no se trata de nada de eso, aunque todo eso está en el libro. Hay cosas que se me escapan de Diagonales, pero estoy seguro que Maori contaba con ello.
Sospecho que a Felipe Becerra también le interesaba confundir. O al menos no le interesa del todo la claridad. Parte de Bagual,suprimer libro, no puede explicarse: desde algún lugar, acaso antes de nacer, un niño habla de su madre. La narra, la llama. Paralelamente, el horror de la dictadura (¿sí? quizás no) toma la forma de una nube oscura en Huara. Es la historia del carabinero Carlos Molina y su mujer, Rocío. Van a desesperarse en el desierto. A bordear la locura. Hacia el final, todo se convierte en una pesadilla. Ya lo han dicho otros, pero lo digo de nuevo: Bagual es poderosa, intensa. Y como cualquier pesadilla, confusa y misteriosa. A ratos Becerra falla (demasiado de eso de prosa poética) y quizás por su libro sobrevuela más teoría literatosa de la necesaria. Nada eso lo hace naufragar.
Maori y Felipe son amigos hace años. Cuando se conocieron ya estaba en sus planes convertirse en escritores. Llegué a ellos tarde. Hace menos de un año. Fue Claudia Apablaza quien me los presentó oficialmente. Y le doy gracias. Pero antes de eso, llegó a mis manos una copia de Malasia, novela aparentemente inédita para siempre de Diego Zúñiga (1987). Estuve en el jurado del Premio de Creación Literaria Joven Roberto Bolaño que en 2008 premió Malasia. No fui el primero que se dio cuenta de que era una buena novela, pero la apoyé. Todavía lo haría si es necesario, pese a su deuda con el propio Bolaño. A parte de esa influencia, había algo en ese libro que permitía sospechar que Zúñiga tenía talento literario. ¿Talento literario? Sostenía una historia por más de 200 páginas mejor que muchos. Con un editor estricto -que no le dejara pasar los sentimentalismos ni los ataques de onda-, ese libro podría estar en librerías. Sería bueno que estuviera. Había algo más: Malasia se leía fácil. A Zúñiga no le interesa desorientar. (No tengo idea que hará en Camanchaca, su novela en desarrollo).
Pasaron unos meses y supe que Diego era un lector entusiasta: conduce el programa Snob, de la radio UC, y dirige el sitio 60 Watts. Supe también que conocía a Felipe Becerra y a Maori Pérez. No eran un grupo ni nada parecido, pero algo había. Pregunté y hubo coincidencias: esos tres valían algo. Yo también lo creo. Es evidente y confesada la deuda con Bolaño, pero no me atrevo a decir mucho más. Dudo que compartan una estética. Incluso, sospecho que es un error ponerlos juntos. O azar: los menores de 25. O poca rigurosidad: Zúñiga aún no publica. ¿Por qué no dedicó más líneas a Daniel Hidalgo (autor de la increíble Barrio Miseria 221)? Esto es arbitrario. Pero la verdad es que no creo que sean estos tres solamente. Deben ser más. Hay otros veinteañeros inéditos con buenas novelas. Hay otros veinteañeros salvajes y esquivos, bolañistas y onderos, que se acercan desde bordes impensables al centro de la literatura chilena. O algo así.
PD1: Este texto viene de otro: Debutantes: Los más jóvenes novelistas de Chile. Apareció en La Tercera hace casi un mes. Ahí hablan los aludidos.
PD2: Gracias por lo datos a Patricia Espinosa, Claudia Apablaza, Alvaro Bisama, Carlos Labbé y Alejandra Costamagna.
(la foto viene de lacallepasy061, donde Víctor Quezada dice que el periodismo cultural, como el que hago, cumple una «función» en el «mercado editorial». qué halago. ahora, la imagen primero salió en la tercera. de izquierda derecha: Becerra, Pérez y Zúñiga)
junio 19, 2009 at 3:16 am
We know you’ve heard this beat many, many times
But we bet you’ve never heard it with such a vicious rhyme
A rhyme with class and plenty of clout
To show you sucher M.C.’s what it’s about
We hear the same stories everywhere we go
Hey, it’s Nynuk who stole the show
So for all you party people who are in a state of shock
We’re The New Kids On The Block!
Chillin’ on the corner, the first day we arrived
From the looks of the hoods, we didn’t think we’d survive
Second day we were there, we were walking down the street
With a rhyme in mind and a funky beat
But when we turned into the alley, to our surprise
We saw a bunch of hoods right before our eyes
They looked us up and down once, twice and again
There must have been a hundred to a hundred and ten
So, I looked over my shoulder right at my friend
He said ‘Nice knowing you’ but this is the end
So we battened down the hatches and prepared to fight
Then all of a sudden I seen the light
The time was right, the time to rock
‘Cause everybody knows, we’re The New Kids On The Block.
We’re also devistating when we’re on stage
The fans start screaming and yelling with rage
With mic’s in hand and rhymes with clout
So watch it sucker MCs or we’re gonna turn you out
We never talk trash, our rhymes are clean
Our rhymes are never vague and we say nothing obscene
So any sucker MCs who wanna battle us
Can you go at least 20 lines without a cuss?
Cause once we start to jam, you’ll be in a state of shock
Clear the way party people, we’re The New Kids On The Block
Move it sucker MCs or you’re gonna feel the wrath
So don’t get caught up in the aftermath
Cause we’re the funky MCs of the hip hop craze
Our rhymes are done by law and are sure to amaze
With a DJ cutting records, steady cross bass
We’ll leave all you party people stuck in a daze
I say we’re fresh, new and you know it’s true
Now let me introduce you to the rest of the crew
J, he’s fresh. He’s the master of mix
There ain’t no rhyme that he can’t fix
Spinster’s next, he’s the king of the spin
And if you wanna battle, you ain’t gonna win
Then there’s Popeye, but we call him Joey
The kid’s so fresh, you’ll never be bored
Next is jon, whose word is true
But the party people know him as the runner GQ
I’m Dexter P. the wizard of word
I’m the greatest MC that you’ve ever heard
Now that you know we’re a gang and you know we don’t play
We’re The New Kids On The Block and we’re here to stay
aaaaaaaaaaahhhhhhROCK!!!
junio 19, 2009 at 8:55 pm
Roberto:
concuerdo con lo que le ha dicho Victor Quezada. He podido notar la importancia de ese artículo en varias cosas. El efecto se intensifica más cuando, como en Chile, hay pocos lugares donde son posibles estos reportajes.
eso
junio 20, 2009 at 9:03 pm
ser bolañista es un requisito para entrar a ese grupo de «privilegiados»?.. espero que no
junio 20, 2009 at 10:48 pm
Hidalgo es un pequeño gran secreto de Valparaíso. Su Barrio Miseria exige ser más leído a gritos. Esperemos que saque algo nuevo luego.
May 1, 2010 at 9:18 pm
[…] Pablo Meneses, Ignacio Fritz y Patricio Fernández. Hay más. Y que nadie dude que vienen otros: a Zúñiga, Becerra y Pérez le saldrá competencia. No sé si fue Zambra también, pero después de Bonsái algo más cambió: […]